sábado, 2 de octubre de 2010

ACORDARSE ES ORAR

Mi piel no termina en mí. Se oscurece en regiones de ébano y amarillea como el pergamino cuando amanece en Oriente. Nos abrazamos sin querer a miles de kilómetros de distancia. Y hasta sentimos las huellas dactilares de quienes se fueron para siempre. Tal vez, algún día los alcancemos.
Acordarse es orar. Responder a la caricia que viene de tan lejos.
Mis dedos en el teclado; mi corazón en el camino; mi mente... ¿Quién teclea mi mente?
Vayamos donde vayamos, nuestra piel se estremece. Alguien nos roza desde el porvenir.


Ricardo García Nieto.