martes, 14 de septiembre de 2010

EL PROCESO DE INDIVIDUACIÓN



El proceso de individuación supone desmantelar la imagen que hemos heredado de nosotros mismos. Esa imagen por la que tanto lucha nuestro yo. Despojarse de toda idea del tipo “soy listo, soy tonto, tengo o no tengo voluntad, esto es lo correcto, aquello no…” Saber que cuando juzgamos a los demás estamos juzgándonos, premiándonos o castigándonos; reconciliarnos con nuestra sombra psicológica; quitarnos las vestiduras, sean harapos, uniformes o trajes de gala, que nos han puesto con o sin nuestro consentimiento; dejar de interpretar inconscientemente un papel; aceptar que lo que deseamos tal vez no sea lo que necesitamos… Todo ello supone un camino de vuelta, un tortuoso camino que hemos de hacer si no queremos volvernos locos.
Para Carl Gustav Jung, el proceso de individuación suponía la creación de un ser indivisible, un Todo, un individuo nuevo, capaz de saberse y escucharse, de percibir que su totalidad está conectada con la totalidad del Universo. Un ser humano libre… Esto es muy peligroso para nuestros pastores políticos. ¿Qué hace un pastor sin ovejas?
Saber que nos mienten sin cesar (y que nos hemos mentido a nosotros mismos) es el primer paso hacia la verdad. Y en esa verdad, que nos hace libres, en esa totalidad indivisible que empezamos a escuchar, la voluntad de cooperar se vuelve indispensable.
Quien escribe una línea, comienza un libro colectivo; quien mueve un resorte hace que la totalidad del reloj marque al menos un segundo. Aunque no quede tiempo.


Ricardo García Nieto.