jueves, 16 de septiembre de 2010

LLEGÓ DEMASIADO LEJOS


Llegar demasiado lejos es peligroso. Sobre todo si vuelves para contarlo, porque el porvenir que te espera será el descrédito, la prisión, la pobreza o la muerte.
Hoy voy a hablar de uno de esos héroes platónicos que regresaron a la caverna con descubrimientos que podían haber cambiado la Historia de la Humanidad. Su objetivo en la vida era lograr la energía libre y gratuita para cualquier persona en cualquier lugar. Estuvo muy cerca de lograrlo. Y hay indicios más que notables de que lo consiguió. Aseguraba que cualquier aparato podía funcionar conectándolo con la energía que proporcionaba la naturaleza, y con mucha más potencia que cualquier central eléctrica.
Sea como fuere, aquello era intolerable para las multinacionales de la energía, que consiguieron encerrarlo en las zahúrdas del olvido.
Se llamaba Nikola Tesla, un croata de origen serbio, que convirtió a Thomas Alva Edison en uno de los hombres más célebres y ricos del mundo. Edison no hubiera sido más que un empresario mediocre sin la colaboración de Nikola Tesla, cuyo destino fue el de dar fama y fortuna a otros con sus ideas.
Si alguien pregunta: ¿Quién inventó la radio? Podemos responder: Marconi, por supuesto. Pues no. En 1943, la Corte Suprema de Estados Unidos reconoció que su inventor fue Tesla. Marconi había utilizado 17 patentes de Nikola Tesla para componer su aparato. Durante años Tesla pleiteó con Marconi sin éxito (Tesla tenía muchos enemigos) Y no fue hasta después de su muerte cuando se hizo algo de justicia. No obstante, conforme pasan los decenios, su figura va siendo lentamente rescatada.
A principios de 1891, demostró que la energía en general y la electricidad en particular podía transmitirse de forma inalámbrica. Pero los grandes banqueros, inversionistas y dueños de multinacionales ya habían comprado las minas de cobre de medio mundo para producir cables eléctricos.
Tesla era un incendio que había que sofocar con el pretexto de que podía desestabilizar la economía mundial, basada en el cobre y el petróleo.
Ideó un sistema de propulsión mediante electromagnetismo que hubiera acabado con los motores de gasolina o aquellos otros que tenían que conectarse a una red eléctrica. El motor magnético, del que tanto se sabe hoy día, simple y económico de producir, que tan sólo precisa de imanes para su funcionamiento, es su heredero.
Cientos y cientos de patentes, la mayoría robadas o intencionadamente desaparecidas, llevaron su nombre: la radio, la propulsión electromagnética, la robótica, el control remoto, el motor de corriente alterna, la luz de alta frecuencia con pastillas de carbono, las bombillas sin filamento, los rayos X, el radar, el uso de la radiación de fondo de microondas, la transmisión inalámbrica de imágenes, la extracción de energía libre en cualquier lugar y su transmisión inalámbrica a través de la resonancia Schumann del espectro radioeléctrico de la Tierra como medio de transporte… Y otras muchas de las que nunca sabremos nada o que serán adjudicadas, si no queda más remedio, a cualquier equipo de investigación debidamente acreditado por nuestros pastores financieros.
Fue el Leonardo Da Vinci del siglo XX. Pero a diferencia del florentino, tuvo como enemigos a los monstruos que aún pastorean con nuestras vidas. En el alma de Nikola Tesla cabía el bienestar de toda una civilización; en el alma de sus enemigos sólo había lugar para el porcentaje y el dividendo.
Nikola Tesla murió a los 86 años, pobre y abandonado en una habitación de hotel. El día que lo encontraron muerto (una más que sospechosa forma de morir para algunos) el FBI requisó todos sus documentos: cajas y más cajas de escritos y bocetos con ideas, inventos y patentes que pensaba registrar. Algunos fueron devueltos a sus herederos, pero varios de ellos siguen siendo, hoy día, documentos clasificados como secretos de estado. ¿Por qué? Creo que todos sabemos la respuesta.
Si las predicciones de la NASA sobre la posibilidad de una futura eyección de masa coronal del sol (CME: Coronal Mass Ejection) produjera algún día lo que se conoce como “Evento Carrington” y dañara los circuitos eléctricos, los transformadores y los sistemas de comunicación durante largo tiempo, tal vez entonces, para recomponer la civilización, salgan a la luz aquellos descubrimientos de Tesla que se desacreditaron como fantasías propias de una novela de ciencia ficción. Pero en ese hipotético caso, la novela de ciencia ficción se habrá convertido en una novela histórica, una novela histórica que aparecerá con más de un siglo de retraso.

Ricardo García Nieto.