sábado, 15 de marzo de 2014

LA ESTUPIDEZ EXISTENCIAL


Para hablar de la estupidez existencial –podría ser la tuya o la mía-, pondré como ejemplo a cualquier gobernante. A él le dicen cada día que está haciendo un gran trabajo. Se fascina con las críticas y se empecina en sus errores. Lo mismo sucedía con los guardianes de los campos de concentración: se creían su papel. Basta que te den una palmadita en la espalda para que sigas haciéndole la vida imposible a cualquiera. Y lo más probable es que te la estés fastidiando a ti mismo.
A fuerza de creer, nos hemos convertido en presas. Los depredadores nos conducen con creencias y nos cazan con mentiras. Muy pocos son capaces de ponerle fin a esta danza de verdugos y víctimas. Quien lo hace goza de una dolorosa energía frente a una masa agotada de placer. De palmaditas en la espalda.
Algo superior en nuestro interior se duele de nuestras negaciones a nosotros mismos. Competimos para que el ego se haga sitio adentro y nuestros corazones se aceleren con las alabanzas de políticos, jefes, maestros o asesores de cualquier pelaje. Nos estamos matando a fuerza de creer en un sistema que se alimenta de promesas incumplidas.
Ha llegado el momento de desmontar, piedra a piedra, todo lo recibido para reconstruirnos, piedra a piedra, con todo lo que ha resonado en nuestras almas.
La obra de nuestra vida precisa, además de todo lo vivido, de aquello que no nos hemos atrevido a vivir.


Ricardo García Nieto