domingo, 16 de marzo de 2014

TU PECADO ORIGINAL


No es que clames en un desierto; es que te vas a tu desierto a clamar para que nadie te oiga. No es que te engañen; es que prefieres creerlos para no enfrentarte a la realidad tal cual es. No es que te ignoren; es que te mataron hace tiempo y sigues caminando como un fantasma al que muy pocos ven.
Rozar la libertad es soltarla. Acordarte de tu dignidad significa que la perdiste un día. La culpa que han puesto sobre tus hombros rinde beneficios lejos de ti, de tu familia, de tu gente. Hacerla tuya será una deuda que habrán de saldar tus hijos. Quizá tus nietos.
Los débitos psicológicos, morales y económicos, la usura espiritual y física, hacen del futuro el pan de cada día. Es un pan que no nutre; es un pan que roba. Quienes te lo ofrecieron se alimentan de tu sufrimiento.
Venir al mundo con un pecado original tiene mucho de préstamo hipotecario.
Tu pecado original fue creértelo. Lo mismo que ahora te crees lo que te cuentan por televisión.
Los desiertos se heredan para que puedas clamar sin que nadie te oiga.


Ricardo García Nieto