lunes, 29 de septiembre de 2014

SALIR DEL TIEMPO TERRESTRE

El tiempo pudiera no ser más que la apariencia de un permanente movimiento, la ilusión de unas mutaciones periódicas.
Salir del tiempo terrestre sería abandonar un teatro de cuerpos que van envejeciendo y en el que los cambios sociales son superficiales: siempre mandaron los mismos.
Para huir de la podredumbre hay que asemejarse a lo eterno. Y en esto la muerte iguala a todos los seres humanos.
Entretanto, la pulga se disfraza de león para parecerse al depredador perfecto. Y la presa ideal no es otra cosa que una glotona de miedos y tristezas.
Nos han enseñado a hacernos trampas para no vivir en plenitud. Los profesores del miedo siguen siendo quienes vendieron su alma por una palmadita en la espalda.
Plotino decía que el alma puede separarse del cuerpo concentrándose en sí misma. Nunca lo conseguí. Ni albergo la esperanza de lograrlo en vida. Pero sé que en mi tránsito al más allá se producirá ese milagro.
Bendigo a quienes, de corazón, me deseen una buena muerte, un irme a mi hora y con conciencia, un conocerme, por fin, más allá del aspecto, las ideas o las emociones que me sujetan al mundo.
De momento, escribo.

Mi sombra juega conmigo
a perder el equilibrio,
a volcarse en los manteles
y las hojas de los libros.
Anochece en la cuartilla
y busco su precipicio,
por donde ruedan las rimas
asonantes del suicidio.
He de vivir otro día
y otra vida y otro ciclo
para que juegue a perder
mi sombra siempre conmigo.


Ricardo García Nieto