domingo, 23 de noviembre de 2014

EL FUEGO

Hay una cerilla que debe ser encendida dentro de cada uno. Raspa la fibra más honda y produce un fuego que convierte a cada cual en portador de su luz. Ilumina a la par que se quema; vierte su verdad al tiempo que se extingue. Alumbra su propio camino. Y quizá el de otros. Se completa ardiendo, lo mismo que el sol, más allá de sí.
Quien se prende se deshabita. Coincido con Christian Bobin cuando escribió: “no sé si me gustaría vivir con alguien como yo. Creo que no. Gracias a Dios, no vivo conmigo.”
Lo esperanzador de una vida que se consume es cuando se consuma. Al final, la llama se separa de los cuerpos pero no se apaga. Flamea en lo invisible.

Ricardo García Nieto.