sábado, 4 de enero de 2014

EL VISLUMBRE CREADOR


Alrededor de la isla singular de cada cual se van formando corales ignorados. Hermosas barreras que nos protegen de invasiones sombrías. Cuando buceamos, las admiramos con sorpresa. Surgieron en momentos de gracia que experimentamos con la misma premura con que los olvidamos. Nada ha de turbarnos para ser conscientes con plenitud de esos regalos de la Providencia. Algo difícil al ritmo de vida que se nos ha impuesto. ¿A qué me refiero? A veces, vislumbramos algo que RESUENA en nuestro interior. Carece de detalles. Y cuanto más aplicamos la mirada sobre él, más difuso se nos muestra. La segunda de sus características es la calidez, la calidez esperanzadora que imprime al corazón. Es exactamente lo antagónico a un dolor precordial. Es lo que llamaré VISLUMBRE CREADOR. Tenerlo presente, sin saber aún lo que es, nos guiará con confianza hacia una CONCRECIÓN que dará paz y sentido a nuestra existencia. Éste es su tercer rasgo: su función orientadora. Lo he denominado “creador” por su cuarta propiedad: CREA nuestra vida conforme lo percibimos. Responde a cada jugada del tiempo (no del destino) sin que nuestro territorio personal sea devastado por depresión alguna. No hablo del voluntarioso optimismo que todo lo pretende servir con su mejor aspecto. Ni hablo de la fijación de una meta, de un logro material, ni del ascenso por los escalafones del sistema implantado. No hablo tampoco de la ambición ni del deseo. El vislumbre creador nos sume en un estado de gracia, de máxima receptividad a lo que ha de venir de lo difuso. Traza nuestro rumbo y lo seguimos sin miedo. Dota de sentido. Cuando acontece lo que se va creando, el vislumbre se va concretando hasta dejar de serlo. Si te niegas a seguir ese rumbo –puedes hacerlo con el escueto margen de tu libre albedrío-, irás muriendo sin saber por qué fuiste arrojado a este mundo. Cuando el vislumbre creador deja de ser vislumbre (pues todos sus detalles están a la vista) y deja de ser creador (pues su obra ha concluido), te encuentras ante una nueva vida. La borrosa estrella te ha sacado de las tinieblas. Ahora eres tú, de nuevo, el hacedor de tus días.
Cuando al fin salgas del tiempo, habrás cumplido tu misión, habrás amado enteramente y te habrás respetado a ti mismo.


Ricardo García Nieto