lunes, 4 de noviembre de 2013

EL FACTOR CRUSOE Y EL MUNDO VENIDERO

Llamaré “factor Crusoe” a toda propensión a una crisis personal o colectiva que conlleve, en su solución, un cambio en el entorno y en la mentalidad de quienes lo habitan. Esta propensión es un factor psicoide, que podría ser equivalente al concepto de arquetipo junguiano.
Me explicaré: Robinson Crusoe se escapa de casa, se embarca, naufraga, vuelve a embarcarse, es capturado por unos piratas en cuyo barco pasa dos años y de quienes huye en un bote, llega a Brasil en un buque portugués, se hace plantador, se embarca de nuevo para Guinea y naufraga en una isla desierta. Es el único superviviente. Misión cumplida. Su propensión a la crisis (naufragar adrede) lo ha puesto a solas con la Creación del Altísimo, con el entorno que ha de cambiar, donde sobrevivirá domesticando animales y convirtiendo la tierra baldía en productiva. Y donde colonizará a Viernes, nativo de ese entorno, al que hará a su semejanza.
La propensión en el ser humano a una crisis personal (caída de Adán o naufragio de Robinson Crusoe) surge en nosotros como una fuerza inconsciente en busca de sentido para nuestras vidas. Una existencia acomodada y consumista, por ejemplo, en la que cada compra supone una forma engañosa de tapar el vacío, estará condenada a esa crisis. El naufragio personal, la caída o expulsión del territorio psicológico conocido, traerá consigo un cambio de mentalidad. El “factor Crusoe” se completará cuando ese cambio afecte al entorno (domicilio, por ejemplo) y se aleccione y seduzca a quienes han de compartirlo (familiares, hijos) con una actitud diferente ante el mundo.
EN EL INCONSCIENTE COLECTIVO, también surge de lo profundo esa fuerza. Nuestro naufragio como sociedad nos obliga a un cambio de paradigma que ya estamos experimentando. La crisis, económica y espiritual, nos empuja a otra forma de ver el mundo. Nuestros políticos, que hasta ahora han sido nuestros colonizadores, sienten bajo sus pies de barro que el suelo se les mueve, que el sistema tiende al colapso, que una democracia más directa es ineludible al tiempo que la deuda, la “burbuja de deuda” que padece el planeta, no puede crecer permanentemente. El “factor Crusoe” empieza a completarse con un cambio en el entorno, un regreso paulatino a la vida sencilla en el campo, por ejemplo, un mayor respeto ante el medio ambiente y un imparable uso de las energías renovables, tanto por individuos como por grupos. La seducción con el ejemplo, ese cambio en la mentalidad de quienes comparten el entorno, ya es un hecho, aún inadvertido por muchos, pero un hecho.
Daniel Defoe tan sólo pretendía escribir una novela de éxito. Pero consiguió algo más: la cartografía de un mito. La caída de Adán y el naufragio de Robinson son formas de nacer, de estrenar una nueva era, formas de muerte y renacimiento si se quiere.
En este mundo globalizado, en el que las maravillas tecnológicas se han mezclado con los peores crímenes e injusticias, hemos aprendido del infierno sobradamente. Ya hemos naufragado adrede. Albergo la esperanza de que la isla o mundo que nos aguarda estará, tarde o temprano, más cerca del Paraíso. 


Ricardo García Nieto