lunes, 18 de noviembre de 2013

LADRONES DE SOL


El encuentro entre el hombre más pobre y el más poderoso de su tiempo debiera servirnos de lección para los tiempos que corren en España.
Diógenes, el filósofo, vivía austeramente, como un perro vagabundo. Su casa era una tinaja y sus posesiones se reducían a una manta, un zurrón, un báculo y un cuenco. Un día, Alejandro Magno fue a conocerle y, erguido como el rey que era ante Diógenes, le preguntó:
-¿Qué puedo hacer por ti?
-Apartarte –respondió Diógenes-; me estás quitando el sol.
Cuando los cortesanos del rey empezaron a burlarse del filósofo, Alejandro congeló sus risas, diciendo:
-De no ser Alejandro, hubiera deseado ser Diógenes.
Si Rajoy se encontrase con Diógenes, posiblemente le pondría un impuesto por el sol que tomaba. Y no exagero: el vergonzante ministro Soria ha decidido gravar con un impuesto a todos los que tengan placas solares en su casa. Es más, va a permitir que los inspectores allanen los domicilios privados para controlar cuántas placas hay instaladas y cuánta electricidad producen, con el fin de calcular el canon a pagar.
No voy a indignarme. Ni siquiera voy a recrearme en cómo las empresas eléctricas manejan a nuestro gobierno y nos sujetan medievalmente a gravámenes inimaginables.
Prefiero volver a Diógenes.
Cuando Alejandro Magno lo halló observando un montón de huesos, Diógenes le dijo:
-Busco los de tu padre, pero no los puedo diferenciar de los de un esclavo.
¿En qué se diferencian los miembros de este gobierno de ti?
¿Son mejores que tú? NO
¿Son más decentes que tú? NO
¿Son más justos que tú? NO
¿Coinciden contigo en sus intereses? NO
Antes de encontrarse con Alejandro magno, Diógenes fue puesto a la venta como esclavo:
-¿Qué sabes hacer? -le preguntaron
-Mandar –respondió-. Comprueba si alguien quiere comprar un am.



Ricardo García Nieto